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Prácticas para la mujer - Parte 2

“Existe otra dimensión de la energía: esta dimensión es una celebración no motivada. La meta está aquí y ahora; la meta no está en ninguna otra parte. De hecho, tú eres la meta. De hecho, no hay otro logro que el del momento presente, que es contemplar los lirios. Cuando tu eres la meta, cuando la meta no está en el futuro, cuando no hay nada que lograr, lo que tú más bien haces es celebrarlo, y entonces ya la has alcanzado, ya está aquí. Esto es la relajación, energía no motivada”

“Tantra, la compresión suprema” Osho.

Fotos: @lalomaproductora

​​En sánscrito la palabra tantra puede traducirse como “capacidad de expansión, transformación”. Es una práctica que tiene una antigüedad de más de 5000 años y que nos invita a integrar el cuerpo material y el espiritual. Se procura liberar la mente, transformar la energía y se trabaja con los opuestos masculino y femenino. 

Se entiende que las mujeres tenemos un polo masculino y los hombres poseen un polo femenino. En sus prácticas se procura liberar el cuerpo y la mente equilibrando estos opuestos. El tantra no excluye el intercambio sexual entre personas del mismo sexo. Cuando hablamos de polos femeninos y masculinos, de yin y de yang, hablamos de un intercambio energético que trasciende los órganos sexuales, aunque muchas veces los incluye.

En lo que respecta a la experiencia sexual, existen aspectos propios de la mujer que pueden influenciar y fortalecerla. Conocerlos y trabajarlos no implica necesariamente estar en pareja, aunque cuando se puede experimentar de a dos  es muy enriquecedor y desafiante también. Cuando digo trabajarlos y conocerlos me refiero más a recordarlos y darles valor como fuente de sanación amorosa.

El intercambio sexual constituye muchas veces un espacio de descarga, una oportunidad para liberar tensión, pero que a la larga termina dando saldo negativo cuando hacemos las cuentas sobre la energía que ganamos y la que perdemos si no podemos lograr un contacto más amoroso e íntimo de profundo respeto y cuidado. 

Es que cuando se deja afuera el hecho de que compartir la sexualidad y la intimidad de los cuerpos es sagrado, se pierde una oportunidad. Compartir nuestro cuerpo y formas expresivas es también mover nuestra historia, nuestros excesos de carga, nuestro cuerpo emocional, le hagamos o no espacio a eso. Puede llegar a ser hasta una meditación en movimiento, un rezo que nos traiga una experiencia mucho más expansiva. En este sentido el tantra es presencia, es principio de realidad, es poder estar en el aquí y ahora con lo que es.

Podemos decir que tantra es incluso algo que trasciende el intercambio entre los cuerpos y que, sea o no a través de ellos, implica una forma de estar en profundo contacto con un estado de relajación tal, que los incrementos de excitación sean espontáneos y solo momentos que luego se enfrían para luego volver, y que también forman parte de un movimiento mucho más grande, que no procura un objetivo más que estar vivenciándose a través nuestro.

El trabajo con el masaje de senos en plena consciencia con las sensaciones que van despertándose en conexión con la vagina, el movimiento emocional que puede aflorar, el contacto con nuestra vagina, ya sea desde el tacto para conocerla sin la finalidad de obtener placer más allá de que pueda ocurrir espontáneamente, como simplemente mirarla más de lo que suelen hacerlo otras personas (parejas, médicos), las diferentes sensaciones que provienen del clítoris y su función dentro del intercambio sexual, son todos focos en donde se apuntalan los ejercicios tántricos para mujeres. 

Hay algo de lo contrahegemónico en esta práctica que no negocia con la exigencia y velocidad que propone el mundo en términos de producción, éxito y logro de metas. En este sentido, también constituye un desafío. Feminizar la sexualidad se trata de esto, de recuperar ese aspecto invisibilizado de la cualidad receptiva femenina que se sostiene para ser llenada por la cualidad penetrante masculina. Esto no implica pasividad, ni sometimiento, implica hacerle espacio al vacío y correr el exceso de hacer y lograr cosas todo el tiempo, incluyendo los orgasmos.

El consumo y la necesidad de satisfacer constantemente el “deseo” nos ubica en un lugar de compulsión y procura de una satisfacción inmediata que no da espacio para que ocurran otras cosas que nuestro corazón necesita. Reemplazamos el verdadero logro de expansión y productividad en contacto con lo que realmente nos conmueve e interpela desde el corazón, por el logro de deseos de cosas que no nos satisfacen ni expanden realmente, pero que llegan más rápido para irse rápido y luego necesitar más.

Entonces, tantra para mujeres no es hacer para sentir sino, parar y relajar para poder sentir, y que el hacer devenga desde un lugar espontáneo que no implica un forzamiento, sino más bien un devenir natural, un magnetismo que atrae hacia el vacío que es capaz de generar en cada exhalación profunda, lo que necesita y desea desde el corazón. Esa es nuestra verdadera forma de ser productivas.


Paola Antonini

Bibliografía

-Richardson, Diana (2004) - “Orgasmo tántrico para mujeres - El poder de la energía sexual femenina”

 
 
 

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