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Infancias y Adolescencia

Actualizado: 29 oct 2024

En una cultura del consumo sin borde, también se desbordan las instituciones y los roles. En medio de las exigencias del sistema y las pujas de poder, los miedos, los egos y la confusión en la relación libertad-responsabilidad, la vulnerabilidad de los más pequeños queda expuesta. Aparecen síntomas de todo tipo en estos cuerpos que piden presencia, contacto genuino y atención de sus verdaderas necesidades afectivas.

Fotografía: @lalomaproductora

 

INTERES SUPERIOR DEL NIÑO


La Ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, N° 26.061 en su artículo 3° nos habla sobre el Interés superior y nos dice: "A los efectos de la presente ley se entiende por interés superior de la niña, niño y adolescente la máxima satisfacción, integral y simultánea de los derechos y garantías reconocidos en esta ley. Debiéndose respetar: a) Su condición de sujeto de derecho; b) El derecho de las niñas, niños y adolescentes a ser oídos y que su opinión sea tenida en cuenta; c) El respeto al pleno desarrollo personal de sus derechos en su medio familiar, social y cultural; d) Su edad, grado de madurez, capacidad de discernimiento y demás condiciones personales; e) El equilibrio entre los derechos y garantías de las niñas, niños y adolescentes y las exigencias del bien común; f) Su centro de vida. Se entiende por centro de vida el lugar donde las niñas, niños y adolescentes hubiesen transcurrido en condiciones legítimas la mayor parte de su existencia."


La importancia de escuchar lo que los menores tienen para decir sobre su propia situación en medio de los conflictos que los adultos a cargo se ven muchas veces excedidos de poder resolver, implica un proceso de escucha en libertad. Esta libertad no puede ser entendida como fuente de toma de decisiones finales por parte de un menor, ya que de esta manera se los abandona y se desliga la responsabilidad de ser sostén en los momentos en que más necesitan estructura. Este sostén, además, constituye un derecho de los menores.

Las vidas hiperproductivas que se imponen como una forma de estar en el mundo y que devienen de un capitalismo salvaje, donde siempre hay algo que se puede consumir para no sentir, o sentir un placer efímero que alivia en lo inmediato, no permitiendo que hagamos un verdadero contacto, dejan poco espacio para las necesidades afectivas profundas y la escucha verdadera. Aparecen las adicciones, las pantallas, los cortes en el cuerpo y todo tipo de excesos como "aprobados" o invisibilizados por la ley del consumo y del placer express.

Se confunde el tener en cuenta lo que un menor expresa para poder acompañarlo en lo que necesita a través de un proceso de escucha real, con darle un rol de legislador sobre su propia vida. De manera que más que liberarlo, se le está tirando encima el peso de la responsabilidad adulta. Se dice "que sea libre", y en esa libertad, se deja de acompañar su necesidad real y se lo deja en soledad.


​​​​​​Si un niño pide comer muchos caramelos, es porque lo desea realmente. Es importante escuchar este deseo pero para actuar como adultos en su regulación. Esto implica un trabajo arduo, y más en una cultura donde todo el tiempo se ofren objetos para llenar vacíos, y donde la frustración como parte necesaria del proceso de aprendizaje, pretende ser eliminada. Esto retroalimenta la ilusión de que todo se puede sin esfuerzo. Cuando aparecen los desafíos propios de la vida, el no saber moverse con la frustración por falta de entranamiento, genera vacío, más frustración y estragos en la autoestima.

¿Qué niña o niño desea ir al dentista? Sin embargo, hay casos en los que si no intervienen los adultos regulando este no deseo que expresan, quedan en riesgo. El tema que se plantea es ¿porqué hay menos energía disponible para esta regulación de bordes en estos tiempos? 

Claramente nadie quiere herir a sus hijos adrede y hablamos de una falta de heramientas para identificar lo que esta ocurriendo, y tomar decisiones al respecto para poner bordes a situaciones que hacen padecer a familias enteras, y sobrecargan a los agentes educativos en las instituciones.

Es por eso que los procesos de integración escolar requieren de un trabajo paciente de escucha y comunicación asertiva, algo que es necesario entrenar, aprender y fortalecer. Se entretejen las limitaciónes y rigideces que acontecen naturalmente en todos los vínculos y la intensidad emocional es alta, por lo que es importante avanzar de a poco y con consciencia de los desafíos de nuestros tiempos.

Lo logros, aunque trabajosos, suelen ser altamente gratificantes porque dan cuenta de lo mejor del ser humano y de su capacidad real de amar y proteger a quienes más lo necesitan. Al mismo tiempo, es importante permitirse recibir acompañamiento cuando algo excede las posibilidades con las que se cuenta y no se sabe que hacer, pero se padece.

Saber dar es estár en un cierto lugar de poder del bueno, saber recibir, es permitirse ser vulnerables y pedir ayuda. Es importante poder hacer ambos movimientos para avanzar sanamente.


Paola Antonini


 
 
 

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